miércoles, 12 de agosto de 2020

No vernos nunca

Vacío, pero lleno de vida, de ira de verlo pasar, y no saber, no sentir más que el aire viciado de rabia y, quizás, humedad. La noche aliñada con miedos me mira y, sin embargo, no me ve. Y aunque esté yo convencido de que no le hace falta, que ya ha hecho efecto en mí, continúo corriendo. Sigo pensando que no llegará el día en que tenga que enfrentarme a ella, enfrentarme a ti y a nuestra verdad. Una verdad tan obvia que jamas llegaré a comprender.

Me veo tumbado en la cama, como si mi alma hubiera escapado y me hubiera dejado ahí, dado por perdido como ganas otras veces, como tantas otras que fueron mis almas lo hicieron ayer. Es posible que sea este caos lo que da orden y sentido a mi existencia, que sea la noche mi luz, que seas tú mi yo…

Mañana veré de nuevo el sol allá a lo alto cuando despierte a medio día. Veré mi cuerpo en mi cama, sin vida, sin aliento ninguno que avive mi ser. Sabré entonces que debo levantarme a buscarte, que debo de nuevo sentir el dolor que hay en mí. Dejar de huir. Buscar en la luz un nuevo destello de amargura y seguir el hilo que el destino haya dejado allí para mí.

No es posible que todo sea malo, como no es posible que todo sea bueno. Pero ahora nada de eso importa. Estoy aquí. Soy. Existo en el mismo universo que el resto de cosas malas y en el mismo universo que tú y que mi yo de ayer. Existo porque sonrío y sonrío porque existes. Cuando esa sonrisa desparezca de mi cielo y se apaguen las estrellas porque ya no hay luna, entonces y solo entonces dejaré de hacerlo.

Dejaré de vivir, de quejarme, de soñar, de sufrir y padecer, de olvidar y reprimirme. Dejare de ser yo para ser parte de ti y mantener el sentido de todo, para que no se desmoronen las leyes que rigen los sueños que tienes conmigo, para desaparecer y pertenecer al todo y a la nada. Para crear el mundo de nuevo, conocernos antes y no vernos nunca…

Nunca sin esa sensación de habernos conocido en otra vida, de ser uno en dos mitades. Quizá cuando esto ocurra habremos comprendido eso tan obvio que no podíamos ver. Quizá la noche ya no nos dé miedo y nuestros cuerpos compartan alma.

No hay comentarios:

Publicar un comentario